
Practicar la Biodanza no solo encuentra al ser humano con su interior y con sus semejantes, también lo integra con las fuerzas de la naturaleza; por tal razón, existen ejercicios que tienen antecedentes ancestrales antropológicos, míticos y biológicos.
Para Rolando Toro, psicólogo chileno y gestor de la Biodanza, "cuando un individuo está en su estado natural, tiende a manifestar los estados internos a través de sonidos y movimientos corporales".
Esto permite que por medio de la danza y música de nuestros antepasados, se pueda llegar a los orígenes del hombre conectándolo con lo intangible del mundo y desprendiéndolo de lo que materialmente lo domina; logrando acercarlo con las energías de la naturaleza (aire, el agua, la tierra y el sol), permitiéndole tener un autoconocimiento vinculado con la existencia de otras formas vivientes en el mundo.
De esta manera, la Biodanza utiliza en su práctica elementos de una visión biocéntrica, que pretende recuperar la sacralidad de la vida "que existió entre los pueblos visionarios, los chamanes, los pensadores y artistas que buscaron el paraíso en la tierra".
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